domingo, 30 de diciembre de 2007

Observación antropológica

Ahora pienso que hay dos tipos de mujeres.

1) Las corrientes.

2) La segunda clase podría denominarse “Antinylon”. Este tipo se caracteriza por llevar siempre, además de su cartera (donde van las cosas importantes) una bolsa de cartón con asas fuertes. Ahí va el tupper a veces, u otras cosas que no merecen ir en la cartera (pero que tampoco podrían ir en una bolsa de nylon, porque este grupo detesta el nylon). En general son mujeres que usan tailler o similiar, tienen las uñas cuidadas, perfume y perlas en las orejas. Pero lo que distingue inequívocamente a esta raza es la bolsa de cartón, que funciona como el apéndice degradado de la cartera. (Para apreciarlas con más facilidad se sugieren los días hábiles).

(PD: En mi familia hay algunas y su sola existencia amerita, estoy segura, el advenimiento de las papeleras).

jueves, 27 de diciembre de 2007

por una pilsen

En general estoy sola y la paso bien y trabajo y hago cosas y veo gente y hablo y me río. Pero a veces tomo una dosis de cerveza que hace que todo cambie.
Y comprendo que una caricia lo cambiaría todo. Y que no va a llegar.

martes, 25 de diciembre de 2007

sabotaje

Yo quería pasar una Navidad fea. Hice todo lo que estaba a mi alcance. Y en el último momento aparece Marina en casa, con el último disco de Cabrera... Y tiró todo mi esfuerzo por la borda.

antojo

No es que me ponga xenófoba… Pero el chino de enfrente a casa ¿no debería aprender a decir algo en español antes de andar cerrando el almacén en Navidad? De un país que tiene casi tantas religiones como habitantes, ¿justo tenía que emigrar el católico para atender el super del barrio? O mejor dicho para NO ATENDERLO. ¡Y además en un momento en que mataría un mandarín por un yogur con frutas del bosque!

domingo, 23 de diciembre de 2007

Indispensable

en la vida de un solitario que se precie de tal
debe haber al menos una
Navidad sin compañía

¿Un placer?

Todo un domingo sin peinarme.

rival

Tengo una rival de vida. Le voy a decir “C”. Muchos me han oído hablar de ella. Somos rivales desde siempre. A veces creo que desde antes de nacer. Tengo ganas de escribir sobre esa historia pero me detiene un temor: “¿Y si ella lo hace mejor que yo?”

manija

Mi amiga Miriam, que –como taaaantas- se preocupa por mi ayuno amoroso, me aconsejó que el lugar ideal para conocer a un hombre es un gimnasio. Yo, que siempre hago caso a todo, le prometí que lo iba a tener en cuenta.

Voy al gimnasio y me subo en una bici. Habia un pibe por ahí, con las pesas. No era gran cosa pero cabía en el rango de exigencia “post- tarjeta joven”.

En una, el tipo se me acerca. Veo que me va a hablar y pienso “ups, Miriam tenía razón”.

Escucho que me pregunta la edad, y aunque no me pareció el mejor comienzo, le contesté sin dudar: 28.

El hombre me mira desconcertado y me dice: ¿¿ ¿Qué entendiste??? ¡ Te pregunté la hora ¡

“Ahhhhh”, le contesto, deseando que aquella bici se moviera de verdad y me llevara lejos. “Seis y media”.

Hubo unos segundos desilencio y luego no se aguantó. Tuvo que coronar la humillación: ¿¿Qué pensaste???? ¿Qué te pregunté qué edad tenías????

Tuve que asentir con la cabeza. Y enfilar para el sauna.

jueves, 13 de diciembre de 2007

Ómnibus vergüenza

Madrugada. Junio. Trayecto Treinta y Tres – Montevideo. Calefacción rota. Mi compañero de asiento venía congelado desde Río Branco. Nos lamentamos de la temperatura mientras yo me acomodo. ”Vamos a ver si se puede dormir con este frío”, dice. “La verdá que está bravo”, le contesto. Tiene los ojos grandes y me parece que le brillan incluso con las luces apagadas. Debía tener, como yo, los pies helados. En el peaje me habla. “¡Ya sé! ¿Cómo no me di cuenta? Tengo un acolchado de dos plazas que llevo para vender. Si vos después me ayudás a doblarlo bien, lo sacamos”, me dice. El nylon hacía ruido. Si alguien había logrado dormirse, se despertó con el rasgar de las etiquetas. “Se llega a ensuciar, no lo vende nunca más”, pensaba yo. Pero no me podía negar. Me tapó con generosidad. “Ponéte, ponéte bien en los pies”, y me extendía la tela por la cara, por las piernas. Al principio me molestaba el olor. El olor a nuevo -brasilero-barato, tan conocido para mí. Al final nos dormimos. Bien tapaditos los dos. ”¿Y? ¿Cómo pasastess?”, me pregunta cuando llegamos a Tres Cruces. “Buenísimo”, le confieso.
“Ahora me tenés que ayudar a doblarlo”, me pide.
Nos paramos uno a cada lado del pasillo, Empezamos a intentar doblarlo. Los pasajeros se querían bajar y yo no lograba coordinar un movimiento simétrico con mi compañero. Sentí vergüenza. Y creo que se dio cuenta, porque se hizo a un lado y me dijo: Andá nomás, dejá que yo lo doblo. Y me bajé. Sin frío, con vergüenza y con culpa.

martes, 11 de diciembre de 2007

Histórico...

Interlocutor_ ¿Tanto te gustó ese colombiano?
Yo_ Como en la mismísima Historia, digamos que podemos hablar de un A.C. y un D.C.

sábado, 8 de diciembre de 2007

una de gimnasio

No hay punto de comparación entre un gimnasio y un club, pero no lo supe mientras vivía en 33. Montevideo me inició en el mundo de los gimnasios. Llamadas averiguatorias, inscripción dilatada, pensada cuponera, reclutamiento de ropa deportiva ...Hasta que llegaba el día: championes bien blancos, mochila y botella de agua.

¿Trajiste candado, no? Ay no…No sabía.
Bueno, por esta vez te puedo prestar uno. Pero para la próxima no te olvides ¿sabés?

Para una alumna “nueva”, entrar a un vestuario lleno puede ser traumático. Ya no por la violencia de tanto cuerpo desnudo, peludo, blando a pesar del ejercicio…Ya no por tanto olor vaginal, a Siempre Libre, a piel, a crema o a desodorante en aerosol. Lo más duro es saberse “nueva”, pisar terreno desconocido, tener que preguntar dónde está todo, cómo se abre esta ducha, si esa puerta hay que dejarla abierta o cerrarla.

Abrooooo!!!!

En uno de los tantos que conocí, las alumnas “veteranas” tenían la costumbre de avisar cuando abrían o cerraban la ducha. No sé cuándo se habrá instalado el código, pero era 100% inútil.

Sentada en el vestuario, escuchaba una sucesión interminable de “Abroooo!!! Abroooo!! Abroooo!! Cierrooooo!!! Abroooo!! Cierroooo!!

Sé que la idea era evitar que se quemaran o congelaran las demás, por las fluctuaciones de la corriente acuática, pero de hecho nadie tenía tiempo de reaccionar. Muchas, intuyo, gritaban el “cierrooooo!” cuando se estaban pasando la toalla.

De todas formas, el resto agradecía, como en fila india sonora, “Gracias” “Gracias “Gracias”….

Al principio no sabía qué hacer. Me sentía tentada de dar el aviso a las “veteranas”. Además temía ser sancionada si no lo hacía y que alguien se quemara por culpa de “una nueva”.

Pero tenía vergüenza, no me sentía con derecho. ¿Y si no tenía potestades para integrarme al coro tan pronto? ¿Y si alguien reconocía la extrañeza de mi voz y preguntaba a las otras qué se creería esta recién llegada?

Yo quería decir las palabras mágicas y un día que llegué contenta (no me acuerdo por qué) me animé con un bajito y dubitativo “aaa…bro”…Mitad aviso, mitad permiso.

Me empezó a perseguir la idea de que a mí nadie me decía “Gracias” y mi angustia aumentó.

Durante las clases, había dejado de ir contra la corriente, conocía las puertas y las canillas, pero no me podía integrar al ritual del “abrooooo-cierrooooooo-gracias”.

Llegué a esperar que se bañara todo el grupo para estar más sola. Pensé incluso en volver a ducharme a casa. “Es sólo una palabra”, intenté convencerme, sentada en el vestuario.

Y entonces llegó el milagro. Me estaba sacando la calza cuando escuché un : "¿Trajiste candado?”Ah no…No sabía.Por esta vez te puedo prestar uno. No te olvides la próxima vez. Pasá por acá.

La mujer entró despacio, tímida. Y buscó un lugar para acomodarse.

Le dije “hola” y me fui a paso firme rumbo a la ducha. Cerré la cortina con un impulso desconocido y solté el “ABROOOOOOOO !!!!!” más decidido que se oyó en ese gimnasio.

soy sola

soy sola y del alma buena
y si me descalzo
muestro los pies
se van trepando las libertades
muy despacito
pero al revés

(ana prada)

martes, 4 de diciembre de 2007

el hombre que busco

Estoy segura que de que no fuma y le gusta el deporte. Se estira cuando se despierta y desayuna tranquilo.

Tiene o quiere un perro grande, pero aún no sabe si querrá hijos.

Le encanta viajar mucho y salir los fines de semana, a cualquier parte. Se ríe mucho y fácil. A veces canta o silba.

Tuvo una infancia linda y no arrastra grandes traumas.

Odia ir a las barracas, pero puede encontrar un repuesto en poco tiempo y encargarse del arreglo.

Le gusta sacar la basura. Toma un poco cuando sale, para bailar más suelto.

Apaga las luces para conversar en las noches de verano y puede pasar horas mirando el cielo.

Cree en la magia, o casi. Es de izquierda, pero no está enojado con el mundo.

Siempre fue buen alumno.

Quiere mucho a su familia, es atento y siempre los llama. Juega todo el tiempo... con las palabras, con las cosas.

No tiene envidia de los conductores de grandes autos.

No usa cadenas ni anillos. No se burla de cómo hablamos en el interior. A veces ronca.

Es entusiasta. Puede gritar al ver una luna linda o un atardecer cualquiera. Hace un escándalo al recibir un regalo. Podría decirse que es un "gracias a la vida que me ha dado tanto".

Puede vivir sin ver la ver televisión (seis días de siete, al menos).

Aunque lo hagan esperar en la cola del super, sería incapaz de agarrársela con la cajera.

No tengo que explicarle por qué en Treinta y Tres se saluda distinto.

Es puntual.

No le gusta jactarse de cuánto lo quisieron otras.

No se fija en mis zapatos ni critica mi ropa interior.

Puede arreglar la compu y actualizar el antivirtus.

Le encantan los postres.

Entiende que cada tanto tengo que escuchar al Pepe Guerra.

Siempre siente que deja poca propina.

Escribe bastante mal.

En los viajes de ruta, no se molesta porque tenga que parar al baño en todos los pueblos.

Le encanta la idea de vivir en una casa de barro.

A veces anda de alpargatas.

Siempre camina por la rambla, aunque sea de noche o haga frío.

No siente miedo en la calle.

Nunca busca su nombre en Google.

No usa pañuelos de tela.

PD: ¿Será mucho pedir que le gusten los pelos de las piernas?

lunes, 3 de diciembre de 2007

Bochorno a bordo

Cuando subí al avión supe que venían juntos y que era un grupo grande. Como si hubieran alquilado un charter para ellos solos, los más de cien médicos uruguayos que venían de un congreso en Cuba se adueñaron de todo. Se cambiaron los asientos, dando risotadas y haciendo esos chistes que sólo los grupos festejan.

Veo pasar una cara conocida y la saludo. Me responde y, como yo, se queda pensando de dónde nos conocemos.

Me acordé a los pocos minutos (“¡Es la doctora del Juventus!”) y decidí a preguntarle lo que necesitaba saber, pero no encontraba oportunidad. La mujer estaba sentada mucho más atrás, apiñada como todos.

Decido esperar que vaya al baño. Le pido una cerveza a la azafata y me quedo parada en el pasillo. "En algún momento va a venir al baño", pienso.

Los médicos no se duermen, recuerdan anécdotas, se ríen, se gritan cosas. Yo tomo cerveza y espero que mi doctora conocida se levante. En una, la veo venir rumbo al baño y avanzo:
—Tengo que hacerte una consulta profesional.
—Sí, claro. Yo te conozco pero no sé de dónde...
—Del Club Juventud
—Ahh! Es verdad... Decime…
—¿Hay alguna pastilla que tenga un margen horario mayor que la Postinor? Porque necesitaría una pero ya pasaron más de 24 horas...
—Mmm. ¿Cuántas horas?
—No sé bien... Pero 48 creo... O un poco más.
—Tomátela igual. Tomate dos.
—¿Pero no hay una más nueva que la Postinor? ¿Alguna más efectiva?— Hay, pero no me acuerdo el nombre… Esperá… ¿Cómo es que se llama?

Una mujer pasa para el baño y aprovecha a preguntarle:
— Che, Patricia, ¿cómo es que se llama el anticonceptivo nuevo que es como el Postinor?
— Mmm. No me acuerdo…

Intervengo.

— Ta… No pasa nada.
— No no… Esperá porque ella debe de saber— me pide la del Juventus y le habla a otra mujer— Fulana, ¿cómo era la marca de la pastilla nueva esta de las veinticuatro horas?

Fulana me mira. Pone cara de “Lo siento”. No se acuerda. La del Juventus insiste. Siento que se lo toma como un desafío, como una causa:
— Mengano seguro que sabe… Vos disculpá la ignorancia… Somos todos médicos pero no hay ginecólogos. Venimos de un congreso de diabetes.

Cuando quiero acordar somos seis en el pasillo. Ellos tirando nombres sin parar. Por suerte tengo cerveza. Me la empino. Si no estuviera en un avión, pedía que me tragara la tierra.
—¡Secufem!— grita una, con aire triunfante.
— Sí, es esa!— aprueba otra.
— Pero hay una que es incluso más nueva… ¿Cómo era?
— No pasa nada, insisto yo, cada vez más retirada.

Me preguntan por qué no compré donde estaba. “No la vendían”, les explico. Y logro escabullirme. Se quedan hablando.

A los minutos se acerca una a mi asiento:
—¡Nos acordamos!—emocionada me dice—Inmediat. Se llama Inmediat… Vos acordate de “inmediato”, me aconseja.

Le sonrío y le agradezco. La veterana de al lado se compadece:
— ¡Qué momento!
— No. Creo que está todo bien— la tranquilizo.

Ahora todo el avión sabe que necesito esa pastilla. Rezo para que pongan la película. “Llegan a dar `Ligeramente embarazada´ y pido que me bajen”, pienso.

Todo el viaje sin pegar un ojo. Me despido de algunas de mis asistentes, que me desean suerte. Y hay un punto en que siento la injusticia. ¿Qué posibilidades hay de que una mujer que tiene sexo cada muerte de obispo necesite una “pastilla del día después” en un pueblo donde no la venden?

Llego a la radio, la pido por teléfono y me la tomo. Termino de trabajar y siento pereza. Y cansancio. “Al Juventus no voy”, decido.

domingo, 2 de diciembre de 2007

Delirio en el ómnibus: comunión cantora

Subo al 121. El día está lindo. El ómnibus fresquito y todos tenemos asiento. Me dan ganas de cantar. Cualquier cosa, pero cantar algo entre todos. Quiero empezar una canción y que alguien me mire y se ría y me acompañe. Y que se sume otro y otro. Y que a los pocos segundos estemos todos cantando esa canción. Y entonces, aunque en distintos momentos, todos pensemos: ¡ta bueno este viaje! Y que a la altura del Obelisco, el guarda diga: ¡vamos con otra que sepamos todos. Vamos. Vamos!

sábado, 1 de diciembre de 2007