martes, 17 de febrero de 2009

La bolsa y la vida

El muchachito caminaba a duras penas, porque venía demasiado cargado. En una mano, la mochila llena. Tanto que no se dejaba colgar en la espalda. En la otra, una bolsa de nylon. De esas que cortan los dedos de tan pesadas.

Cuando paró para acomodarse le ofrecí ayuda.
- No gracias-respondió muy seguro.
Pero hizo unos pasos y se dio vuelta a mirarme. Otros pasos. Me miró de nuevo. Se decidió a caminar a mi lado.

Se llama Fran. Viene de la casa de su padre. Fue por el fin de semana. Sus padres son separados. Por eso, como lleva y trae cosas, anda así de cargado. Su madre le va a acomodar las cosas ahora. Vive acá nomás, en aquella calle de allá, en el edificio que está pegado a aquel otro. ¿Ves? ¿Lo ves desde acá?

Paramos. Acomoda el peso. No quiere que lo ayude. Tiene 11 años. Está contento porque el 9 de marzo empieza el liceo.

Me acompaña hasta la esquina de casa. Le digo mi nombre. Subo y pienso que, puestos a elegir, los niños prefieren regalar la vida y conservar la bolsa.

jueves, 12 de febrero de 2009

el plinto


En la gimnasia del liceo íbamos a la plaza de deportes. Yo me ahogaba corriendo “a la manzana”, para qué negarlo, pero no fue por eso que pedí pase a la “gimnasia especial”.

No sé si habrá todavía ni si se llama igual, pero fue el terror de mi primera adolescencia, el símbolo de mis limitaciones… Hablo del plinto.

Apenas recuerdo ese instante en que uno tomaba carrera para después apoyar rápidamente las manos, con la idea de caer parado del otro lado. Ufff ¡qué angustia!. Nunca logré hacerlo.

Peor. Nunca logré intentarlo de verdad. Algunos días de lluvia, cuando había pocos alumnos, me animaba a unos atisbos. Empezaba la carrera, hacía el amague con la posición de las manos y luego rodeaba el plinto trotando, mientras hacía payasadas para simular que había sido a propósito.

En estos días de crisis se me dio por pensar que el profe que admitió mi pase a la "gimnasia especial" es el culpable de todo. Porque me enseñó que siempre hay un camino más cómodo para los que no se animan.

Y no siempre el camino más cómodo es el que duele menos. A veces es mejor levantarse de un buen golpe que pasarse la vida corriendo alrededor. Del plinto.

Ya me parecía a mí que había graves carencias de formación en el Instituto de Educación Fïsica, que sin duda entrará en mi lista negra. Desde ahora todo será culpa de los padres y del ISEF, en plintos iguales.