Mañana voy a un concierto de jazz y me emociona mucho la idea. No porque me guste esa música, sino porque es otra oportunidad de reciclar mi relación con ese género.
Supongo que lo que me pasó a mí, lo habrá vivido mucha gente: enamorarse de un tipo más grande, muy culto, muy fanático del jazz. Y sentir, en algún momento, que el hombre no pudo corresponder el amor por la simple razón de que una era totalmente incapaz de apreciar el jazz.
Seguramente a esa gente también le pasó que, después de superar el desamor, no podía ni escuchar hablar de Duke Ellington. O que oía "Lapataia" y no quería saber ni del dulce de leche.
Lo que no es tan común es haberse cruzado luego con otro hombre muy seductor, pero vinculado laboral y afectivamente a un reconocido bar de jazz de su ciudad. O que el periodista cultural que a uno más le gusta leer haya publicado un libro que se titula "Ayer escuché a Miles".
Este año pedí que me regalaran un cd de jazz en mi cumple, copié todos los temas del género que entraron en mi USB y me obligo a escuchar un rato cada día. Además, como voy a hacer mañana, aprovecho cada oportunidad de ir a un concierto.
Pueden pasar dos cosas: o que un día el sonido de una trompeta despierte alguna emoción en mí, o que finalmente decida pararme y en el silencio que separa un tema de otro, grite fuerte antes de salir: “A mí no me jodan. Esta música es una reverenda mierda, por muy inteligentes que sean todos acá”.
sábado, 19 de enero de 2008
música contra los traumas
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Espero que el siguiente paso sea la murga. Ya sé que muchos dirán que no tiene nada que ver, pero como sé que te pasa algo parecido me ofrezco a ayudarte en el recorrido. Aunque en el caso de la murga no tiene que ver un hombre mayor y eso...
besos
Desde hace años, cansados de oírme rezongar con el carnaval, mis compañeros me pronostican que me voy a enamorar de un murguista, que me van a comprar tortas fritas cuando yo atienda el puesto del tablado y que cuando nazca mi hijo le voy a poner Anatole... Y la vida te da sorpresas... ya quisiera yo que me gustara el carnaval, pero como dice Dolina, no he tenido esa suerte.
Publicar un comentario