La profe soltó las pesas, enojada, y apagó la música. No sé a quién habrá mirado (por suerte no fue a mí) y empezó a decir que había que terminar los ejercicios, que no se podía abandonar a la cuenta de veinte. “Es una cuestión de actitud. Hay que hacer hasta el final... Y esto no vale sólo para la clase de gimnasia. ¿Estamooooos?”, preguntó fuerte.
Todos en silencio. La mirábamos, quietitos. La arenga siguió y fue subiendo de tono: “Esto que les digo es para la vida. No abandono antes de terminar. Sigo, sigo, sigo, sigo… como en la vida. Hasta el final. ¿ESTAMOOOOS?”. Y repetía, casi gritando: “ESTO SE LOS DIGO PARA LA VIDA EN GENERAL”.
Los gimnastas, todos entrados en años y canas, la escuchábamos. Nos secábamos la transpiración despacito, sin dejar de mirarla. Nadie decía nada. Ella remató con un convencido: “el cuerpo aguanta”, prendió la música y empezó a dirigir el siguiente ejercicio.
Yo me deseé suerte a mí misma (porque ni fracturada iba a dejar de completar esa serie) y empecé. “En cualquier momento cae redondo alguno y va a haber que llamar a la Coronaria”, pensé. Y ella temió lo mismo, porque a los pocos minutos volvió a bajar la música y dijo en voz baja: “Si alguien se siente mal, por supuesto que puede dejarlo”.
Estuve tentada de contestarle “COMO EN LA VIDA EN GENERAL”, pero preferí el silencio. Como siempre.
1 comentario:
ay maru.. la otra vez le dije a una compañera "la verdad que los martes y jueves a las 715 de la mañana no vengo más. yo puedo hacer el esfuerzo de poner el despertador 630 para venir a saltar arriba de lo que era el ciudadano, pero de ahí a que me rezonguen porque pongo la rodilla más de costado de lo que debe estar o no bajo el codo hasta donde debe llegar... no!". cambiè de clase.
a otra compañera la rezongaron por irse antes sin estirar. no solo se tuvo que fumar al profe, sino que después en la ducha, también las compañeras se lo recriminaban!
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