Un día se quebró un vidrio en casa. Lo junté con la escoba y lo puse en la basura.
Marina me miró perpleja.
- ¿Lo vas a bajar ahí mezclado con toda la basura?- preguntó sorprendida.
- ¿Qué tiene de malo?
- ¿No sabés que hay gente que revuelve la basura? Se pueden cortar. Al menos deberías poner un papel afuera con un aviso de tipo “cuidado, hay vidrios”.
Nunca lo bajé. Los pedazos de vidrio estuvieron meses en casa y no sé quién se encargó, pero no fui yo. Es que cada vez que iba a hacer el cartelito me deprimía la imagen de una persona revolviendo y sentía vergüenza de haber descubierto lo poco que pienso en los demás.
A ese descubrimiento le siguió la película de Al Gore, que fue toda una confirmación: soy individualista. Ojo, sí creo que el cambio climático es verdad. Lo que no logro es que me importe.
Ahora parece que un comportamiento muy comprometido es rechazar las bolsas de nylon. En mi barrio aún no se ha hecho costumbre, pero el almacenero de enfrente a mi trabajo me contó que los europeos “no te agarran una sola bolsa”.
- A veces, si ven que se les cae todo, se llevan una y después me la vienen a devolver.
- Ah bueno…Entonces quédese con esta. No pensará que después de ese cuento me voy a llevar un yogur embolsado. Desde ahora no llevo más. Europa es vanguardia- bromeé. Pero me propuse rechazarlas de verdad.
Ayer, mientras buscaba la plata para pagar el almuerzo, la cajera me puso dos bolsas: una para el refresco y otra para el omelette.
- Te agradezco pero te dejo las bolsas- le dije mientras yo misma las sacaba.
- Ok. No hay problema. ¿Los cubiertos de plástico también los dejas?
- Ehhhhhh
(Debate interno entre el orgullo, el placer de ser socialmente responsable y la perspectiva de comer con las manos).
“Dámelos”, le ordeno muy firme.
Pero la inseguridad me acompañó en el camino... No sé cuánto tarda en degradarse un cubierto… Se supone que las generaciones que vienen serán más evolucionadas. De última que los pongan a todos juntos en un trasbordador y que los manden a algún otro planeta… qué se yo. Eso sí, con un cartelito que avise: “Cuidado, hay cuchillos”.
3 comentarios:
yo -por nuestro barrio y planeta- junto la caquita de mi perro para sentirme orgullosa de mi responsabilidad social... lo hago con una bolsa de nylon por vez.
150 años
Las bolsas de plástico, por causa de su mínimo espesor, pueden transformarse más rápido que una botella de ese material. Las bolsitas, en realidad, están hechas de polietileno de baja densidad. La naturaleza suele entablar una "batalla" dura contra ese elemento. Y por lo general, pierde.
300 años
La mayoría de las muñecas articuladas son de plástico, de los que más tardan en desintegrarse. Los rayos ultravioletas del sol sólo logran dividirlo en moléculas pequeñas. Ese proceso puede durar cientos de años, pero desaparecen de la faz de la Tierra.
4.000 años
La botella de vidrio, en cualquiera de sus formatos, es un objeto muy resistente. Aunque es frágil porque con una simple caída puede quebrarse, para los componentes naturales del suelo es una tarea titánica transformarla. Formada por arena y carbonatos de sodio y de calcio, es reciclable en un 100%.
No se te ocurrió que podías lavarlos y volverlos a usar hasta que se te rompan!!???
Publicar un comentario