No voy a decir que pasa siempre, pero muchos grupos de treintañeras, en un momento de la vida, van a un sex shop. Surge una excusa, una despedida de soltera, una pareja en sus intentos postrimeros, algo así.
Me tocó llamar.
- Hola, ¿quién habla?
- Gimnasio.
- Ah… ¿Ahí no es el sex shop?
- Si, también.
- Ahh. Quería saber el horario…
Fuimos. Yo había prometido, como el resto de las solteras, llevarme un vibrador. Pero no me decidía. Miraba uno de color violeta y me gustaba el color, pero el aparato…mmm.
- ¿Vos buscabas anales?- me pregunta el vendedor.
- No, no. Normales.
- Ah… porque veo que todos los que agarrás son anales. Los más chicos, los finitos como ese son anales. Los vaginales son los de este tipo, dice y señala.
- Ahhh claro- dije y agarré uno grande, fingiéndome distraída.
Pero los grandes eran recontra grandes y a mí me gustaba el color del violeta.
Todas empezaron a decir que el mío (el violeta) era una porquería, y que para llevar eso mejor no llevara nada.
- Bueno, llevate el que quieras- dijeron al final, cuando estaban listas y hartas de aquel paisaje peneano.
Me traje el violeta y lo bauticé como mi amor imposible de la adolescencia. Y mandé un sms a todos mis contactos con la novedad:
- “Tengo a José Antonio en casa”.
Me divertí un rato con las respuestas y después se acercaba la hora de abrir el paquete.
Primero pensé en cómo hacer para esconderlo cuando viniera Nancy a limpiar, mi sobrina a jugar, mi madre a hospedarse, etcétera. Y también pensé en el funcionamiento.
- Estos aparatos son a pila y deben de recalentar. Si se revientan las pilas, no quiero ni pensar.
Ya me veía en la emergencia de La Española, sometida a un legrado por derrame de una Duracel alcalina. Imaginaba a mi padre hablando con el médico, quien le explicaba que el líquido de las pilas puede durar miles de años antes de degradarse...
- Tenés que bajarte una peli- me aconsejó Daniel.
Busqué una, pero la conexión estaba tan lenta que no bajaba. Y mientras esperaba frente a la compu, empecé a desenvolver a José Antonio.
Lo abrí, lo sostuve, lo miré, le puse las pilas y lo prendí. Ehhhhhh. No pasó nada.
Cambié las pilas. Nada. Movimiento cero.
Llamé a Soledad.
- ¿El tuyo funciona?
- Perfectamente.
Me conecto al MSN y les pregunto a las demás. Todos funcionaban.
Lo agarré de nuevo y le di unas palmaditas por si era un contacto. Me sentí tentada de decirle:
_ ¡José Antonio ! ¡Querido¡ ¡Vamos José Antonio!
Pero detuve el download de la peli y les escribí a mis compañeras de compras:
“En los asuntos masculinos, incluso pagando y con asesoramiento, termino eligiendo al peor"...
La excepción es mi José Antonio real, claro. Ese, por imposible, es el único que siempre será bueno.
4 comentarios:
Genia realmente se disfruta leyendote....
cleop.
No dejas de sorprenderme, me hice una edición de bolsillo de tus historias y me la llevo a la playa. Por ahí vi un comentario que decía: "¿y para cuando el libro?" ya no soy original en ésto pero me sumo a la propuesta de encontrarte en un escaparate de librería en 18 de Julio.
Si, si... hay que encuadernar esto.
Hola, soy Nicole amiga de Patricia y directora de La Maleta Roja Latinoamérica. Te recomiendo nuestros productos que, además de estar hechos para mujeres, pensando en nosotras y con diseños y colores super femeninos, son de excelente calidad y tienen garantía. Imagino que nunca vas a reclamar por ese juguetito porque "qué va a pensar el HOMBRE que te lo vendió?" En La Maleta Roja somos todas mujeres y nos entendemos. Tenemos varios juguetes de color violeta que te van a encantar. uruguay@lamaletaroja.com
Un beso y no pierdas la esperanza de encontrar el juguete adecuado para vos!!! Suerte!
Publicar un comentario