Gimena es mi compañera de caminatas por la rambla. En esta época el gimnasio se llena y es horrible. Me desagrada el vestuario atestado de ansiosa adiposidad y olor a Siempre Libre. Prefiero caminar por la rambla y charlar con Gimena.
Hace unos días encontramos una feliz coincidencia, pero no la decimos a nadie, porque queda mal: nos embolan los alérgicos. Obvio que tenemos gente querida que es alérgica. Y sabemos que no tienen la culpa y todo. Pero pensamos lo mismo: “si sé que sos alérgico, no me voy de vacaciones con vos, por ejemplo”.
Despertarse en un hostel de mala muerte y que tu compañero arranque a estornudar cuando se despierta… ¡ahhh qué embole! Ponele que vos estás resaqueado, por ejemplo, y querés seguir durmiendo. Y el otro dale que te dale... ACHÚSSSSS. ACHÚUSSSSS.
Vos no decís nada pero pensás: “¿Por qué no vas a terapia, mi viejo? Porque tu resistencia a despertarte evidentemente es como importante”.
Pero no hablás. Querés dormir. A lo sumo le preguntás si tiene Kalitron y te tapás disimuladamente con la almohada. Porque el alérgico en general no se va de la habitación, no es consciente de su condición. Incluso, a veces, parece que hasta ostenta o te quiere hacer participar. “ACHÚUSSSSS”.
Con Gimena hablamos de esos temas en la rambla. También criticamos a los gimnasios que usamos en invierno. Sobre todo a esos que le ponen el prefijo “body” a todas las clases, donde las profes te preguntan el nombre, como para ser tus amigas, sabiendo que lo olvidan al instante. O te preguntan si tenés problemas de rodilla sabiendo que van a hacer la misma clase de siempre. Pero ta, queda bien preguntar. Es como considerado. Como hay que ser considerado también con un alérgico.
1 comentario:
me imagino cómo estarás extrañando mis ACHÚSSS de las mañanas!
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