La psicóloga me preguntó cómo es el tipo de hombre que me gusta. Ni idea. Me han gustado sólo dos. No sé cómo me gustan, le digo.
- ¿Pero ...cómo te imaginás que sería .... o no sería?
- Me cuesta mucho pensarlo así, en el aire... Alto....
- ¿Qué más?
- Más alto que yo....
- No importa.... nombráme a alguien....Por más inaccesible que parezca...
- Es que ni un inaccesible me gusta....Pienso en Dolina. Pero la única vez que lo vi de cerca me impresionó tanto que no me pasó nada parecido a la atracción. No sé... Alto.
Infructífero, el tema terminó ahí.
A mediodía vuelvo a salir de casa. Camino despacio porque la plaza está como mágica. Y yo que ando con el tema de la respiración y meditar y todo eso, trato de disfrutar del camino. Hay un sol espectacular y un señor toca el violín y todo el clima es como de película y yo me siento Amelié.
Paso por La Corte, que es como un pub -restaurante decorado con ambiente "cortesano", obvio. De repente salió y yo lo reconocí enseguida. Lo había visto en la tele y en la radio.
Altísimo, rubio, principesco, esbelto, se sonríe, le da la mano a su compañero -como todos los políticos- con mucha energía.
La psicóloga ya se había olvidado del tema una semana después.
- Ope, le digo.
- ¿Qué cosa?
- Ope Pasquet. Así me gustan los hombres. Cómo él.
Se sonrió y cambió de tema. Creo que le dio gracia porque a ella también le gusta. ... O tal vez por haber despejado sus hipótesis lésbicas de la consulta.
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