Me caen muy bien las mujeres. Me conmueven especialmente cuando describen un vestido de fiesta y usan diminutivos. Y mueven las manos cerca del cuerpo, mientras explican: “en esta parte de acá tiene como un drapeadito, que va un poco fruncidito acá, pero apenas, por atrás. Y acá sube y tiene como si fuera un voladito; que es azul pero no marino, es como un azulcito clarito”.
Y una asiente y pone cara de que entiende todo y de repente mete un “Divino”. Pero es peor porque ahí te dicen: “ah y en la parte de acá tiene como rayitas bien chiquititas, azulcitas también pero más tirando a azul francia”.
Yo me siento mal porque no logro imaginar nada pero finjo.
Dice Gabriel que los hombres hacen lo mismo cuando relatan fútbol por radio, y que los que escuchan tienen que imaginarse dónde está la pelota.
Ahora, fijate que en el mismo tiempo que a un hombre le lleva relatarte un solo partido, una mujer te puede hacer imaginar un casamiento con 1500 invitados. Y después dicen que tenemos las mismas capacidades...
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