A Karina le encantó la comparación. Yo le estaba contando que en el casamiento de Elena me sacó a bailar un muchacho. A medida que iban pasando las canciones, me bailaba más arrimadito y no tuve coraje para separarlo. Más bien le seguí la corriente, tratando de mantener el decoro.
En determinado momento, ponen “Quisiera ser un pez” de Juan Luis Guerra, y el hombre se emocionó y me cantaba “quisiera ser un pez, quisiera ser un pez”, pero cada vez más de cerca.
Por suerte llamaron a comer los postres y fui a mi mesa, adonde enseguida llegó Elena, la recién casada.
- Maru. El tipo que está bailando con vos… Quería avisarte que su esposa no vino porque está embarazada de ocho meses.
- Qué???? Pero qué descaro- atiné a decir. Y sentí vergüenza.
El tipo insistió con bailar, incluso después de hablar de su mujer parturienta. Por eso, cuando le estaba haciendo el cuento a Karina, le decía que - aunque no me gusta hablar de los hombres en general- los que yo me cruzo son de muy mala calidad.
“Son de taaaaan mala calidad que parecen chinos”, dije. Y a ella le dio risa. Entre otras cosas, porque hace años que viene con el mismo rubro de importación.
Incluso cuando uno está grande, es divertido generalizar. Y decir: “son tan chinos… que yo quisiera ser un pez”. Y reírse más.
1 comentario:
No estoy de acuerdo, no vengo con ese rubro de importación. Pero es divertido generalizar, sí. Un amgio decía que después de los 30 uno empieza a tener teorías. Aquí están...
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