La psicóloga me instó varias veces a tener plantas en casa. El argumento, creo, era que podían ayudarme a “sostener” con disciplina un comportamiento (regar), al tiempo que me enseñarían a velar por otro ser vivo que no fuera yo misma.
Nunca le hice caso, pero cuando me mudé con Marina, ella me preguntó si me molestaba que trajera algunas.
- Explícame, Marina, ¿cómo es que puede molestar una planta? Para mí son la NADA. No entran en mi umbral de percepción… Traé todas las que quieras.
Se fue a Ciudad Jardín y volvió con un montón de macetas, para adentro y para afuera. La mayoría no pasó el primer mes, confirmando que nuestra vocación más clara por aquel entonces era el diván.
Marina se fue de casa. Jamás me dijo que me legaba un ser inmortal. O casi inmortal, porque la verdad es que me ha faltado valor para llegar a las últimas consecuencias.
Se trata de la única sobreviviente de la tanda "Ciudad Jardín". Cada un mes, más o menos, se queda doblada y le amarillean las hojas inferiores.
“Que se muera de una vez”, pienso y sigo de largo. Pero después la veo más encorvadita y no aguanto. Le tiro un poco de agua. A veces, incluso, le saco el polvo de las hojas con una media usada.
Quiero que alguien se la lleve. No disfruto de su compañía y no me está enseñando nada. La hago agonizar sistemáticamente sin proponérmelo, pero después siento culpa... Es que cuando percibo su estado, la pobre ya está con una hoja adentro y otra afuera.
He pensado en matarla… Pero ¿cómo lo hago? ¿Cómo se mata una planta para que no sufra? (Que no sufra yo, sobre todo).
Recuerdo a mi psico y trato de sacar una enseñanza. Que me resigno con lo que me dejan, que no soy capaz de darle un final a lo que no quiero, que sólo puedo reaccionar cuando las cosas se están muriendo… todo muy cierto, pero lo sabía incluso antes del palo de agua.
7 comentarios:
Me hace feliz pensar que el dilema de las plantas no es solo mío. Gracias.
¿El Palo de Agua? Era la que más me gustaba...
Si querés yo me hago cargo de ella. Así me haré cargo de alguna de tus frustraciones, para lavar culpas con eso que decís que yo te paso las mías, menos los dos que tengo a mi izquierda, por supuesto. Además me gusta esa planta, de la que me hice cargo durante 6 meses y creo que se sintió agradecida de mis riegos periódicos...
Por favor Ka, sálvalas!!! A Maru o a las plantas, no sé bien, pero es que hasta he sufrido leyendo...ocúpate de ellas.
bueno bueno... veo que no soy la única. las tres plantas que tengo viven desde hace unos siete años con poquitos cuidados, sin sol, sin aire.. es un milagro. los últimos tiempos la señora que venía a ayudarme con las tareas hogareñas :) era quien la regaba. ahora que no viene más, nadie más les da agua para beber... de vez en cuando cuando me digno a mirar para ese rincón, entonces me armo de voluntad, voy a la cocina, cargo agua y les doy un soplido de vida
en la última expoprado una amiga me regalo una, y lo primero que pensé fue "ojalá no empiece con que hay que regarlas porque es como la amistad, todos los días bla bla bla!" porque se va a morir en quince días y qué va a pensar la niña!!!??? y cómo me voy a sentir yo por eso y por todas las historias que me hago...
Sabés que adoro las plantas y me hace tan feliz verlas crecer y multiplicarse en hojas o flores. Acá siempre habrá un lugar más... para una o para mil. Traétela un día!
Después de mucho años de odio y rechazo a las plantas, tuve la mala o no tan mala suerte de que me regalaran una. Por la obligación casi moral!! que sentía de ser agradecida, no tuve mas remedio que hacerme cargo de la situación. Cada vez que fui tentada a matarla, solo con el hecho de pensar que cuando vinieran mis amigas a casa no tendría el valor de decirles que la planta ya no existía, la regaba inmediatamente.
En fin, la planta tiene ya más de un año conmigo y nos hemos hecho amigas. Me ha obligado a tomarme tiempo para limpiar sus hojas, alejarla del sol, juntarle agua de lluvia y mientras lo hacía, me di cuenta que en realidad gané tiempo conmigo a solas, son sin duda una buena terapia.
Publicar un comentario