viernes, 10 de septiembre de 2010

Teoría irremediable

Hay cosas de las que siempre me cuido especialmente: respetar unos principios budistas, no decir malas palabras y no hablar sola (esto porque me da miedo la gente que habla sola).

Pero el tamaño y la negrura de la araña que había ayer en mi pared me hicieron fallar a todos mis principios. Me salió un: “¡Qué hija de puta!”, irremediablemente. Y la aplasté con saña.

Yo tengo muchas teorías poco creíbles sobre muchas cosas, pero la explicación que me dio Sol sobre la aparición de la araña me dejó pensando.

Porque mis teorías son demasiado básicas. Yo sostengo, por ejemplo, que si dejás corrido el plato del microondas y queda girando fuera de su eje, y lo dejas mucho rato y gira y gira, en un momento el microondas explota.

O que si aguantas bastante la respiración cuando te toca ir a la mutualista, y no bostezas por ejemplo, tenés menos chances de agarrarte una peste.

O que las cáscaras de los vegetales seguro son todas nutritivas, porque Dios o quien sea que nos hizo no pudo preveer que el hombre iba a inventar el cuchillo. Yo sostengo cosas así, poco comprobadas.

Pero la teoría de Sol me dejó pensando. Ella dice que los animales que vemos están relacionados con un pensamiento que tuvimos.

“Por ejemplo, un niño inocente seguramente, al mirar el entorno, ve ardillitas o conejitos. Cuando uno tiene un pensamiento alegre seguramente ve una mariposa o un pajarito. Pero cuando pensás en algo malo, ves, por ejemplo, cucarachas… Es como que el pensamiento se materializa en un animal. ¿Entendés?”, me pregunta.

“Sí, más o menos sí", le dije. Entonces me acordé de que venía pensando en un tipo que conocí cuando vi a la araña. Y no quise sacar conclusiones.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Confusión astronómica

Siempre creí que las mujeres que leían Los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus eran, al menos, un poco tontas. Pero claro, después la soltería sostenida te va haciendo experimentar cosas horribles. Decís: “ta, capaz que me estoy cerrando por prejuicio y esto me puede ayudar”... Un camino sin retorno…

El último año, siempre que iba a la librería, preguntaba el precio de ese libro.

- Disculpá, te hago una consultita. Por casualidad tendrás uno que se llama… pará. (Ahí sacaba una libreta y hacía como que leía, con tono de extrañamiento) “Los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus”. ¿Puede ser?
- Sí, lo tenemos, me decía el tipo. Y me contaba el precio.
- ¿No tenés una edición más barata? Porque es un encargo y me djo que no gastara más de 300.
- No. Es la única.
- Ta, ta. Entonces no.

Hace un mes encontré el audiolibro en Internet. ¡Qué demás!, pensé y me lo bajé.
Siempre que hago esas cosas me viene un pensamiento horrible: pienso que puedo morirme ese día y que luego vendrán mis familiares y amigos a hacer el inventario de mis cosas y se desilusionarán de mí.

Supongo, por ejemplo, que dirían:
- “No te puedo creer. Mirá. Se había bajado el audiolibro de Los hombres son de Marte. Se ve que ya estaba mal la pobre…”.

Pero vencí esa paranoia y lo bajé. Lo guardé en el escritorio incluso, como para que lo vieran de entrada. Y todas las noches intentaba escuchar un poco. Pero claro, la voz del “locutor” era como un Valium. Entonces avanzaba unos minutos y me dormía.

Siempre me quedaba en la misma parte creo... Una en que el autor explica que a los hombres les gusta oír que las mujeres confían en ellos, en sus capacidades. Parece que hay que decirles mucho eso.

Estuve como quince días con el audiolibro, pero no avanzaba... Me dormía inexorablemente en la parte de la confianza. Hasta que un día me decidí. Me dije: voy a pasar de capítulo, porque al final estoy corriendo el riesgo de morirme y que lo encuentren en mi compu, ¿para qué?. Este domingo encaro, me prometí.

Pero el sábado fui a bailar y, por algún movimiento planetario, terminé en la cama de uno de los de Marte. Una vez pasado el acercamiento cósmico, con el primer haz de luz que vi en la ventana, fui al baño, llamé al 141 desde el celu y me fui.

Me fui, básicamente, porque no duermo bien en otras camas. Pero se ve que este marciano era medio raro y le gustaban las despedidas, porque cuando estaba bajando del taxi me llegó un sms suyo que decía: “Sos un tipo”.

Algo me produjo su mensaje, no sé bien qué... Pero entré a casa y mandé el audiolibro a la papelera. Después, supongo que para no desperdiciar el poco conocimiento adquirido, respondí el sms: “Me faltó confianza”.