sábado, 10 de enero de 2009

Amores perros

No existen mascotas para gente sola que trabaja mucho. He pensado en todas. Hace un tiempo quise un perro grande para sentir menos miedo, pero concluí que no puedo tenerlo encerrado todo el día mientras trabajo.

A mamá se le ocurrió que tuviera un tero.
_ ¿Cómo son los teros? No me acuerdo, mami. ¿No es un pájaro?
_ Es parecido a un pájaro, pero son mucho más lindos. Y muy guardianes. Eso sí, si no le cortás las alas, se te va… Incluso podrías atarlo con una piolita en la terraza.

Por el recuerdo que tenía de los teros, me costaba creer que pudieran espantar a un ladrón, pero le pedí a Miriam que me buscara un pichón. En la Charqueada hay muchos y Miriam me dijo lo mismo: que eran divinos y servían como animal guardián.

Me entusiasmé con la idea y fui a Internet a ver la cara de mi futura mascota. En la pantalla comprobé que a las mujeres de mi casa les falta un tornillo, porque el tero no sólo es un simple pájaro, sino que tiene cara de malo y jamás me hubiera animado a atarlo con una piola en la terraza. Mucho menos a flagelar sus alas.

Con el tiempo fui sintiendo menos miedo y quise tener una mascota por otro motivo: ganas de un cariño cuando llego a casa. Fui a la feria de Tristán Narvaja y me esforcé por sentir algo con la mirada de un pez, de una tortuga... Fracaso. Esos bichos no tienen mirada.

A mi amiga Andrea se le ocurrió una idea. Ella también pasa poco tiempo en la casa y pensó que podíamos comprar conejos de 40 pesos por el fin de semana, disfrutar de sus mimos esos dos días y los lunes, a la hora de trabajar, hacerlos resbalar por la ventana hacia un mundo mejor. Pero nunca nos decidimos.

Los gatos están fuera de discusión. Sueño con un mundo sin gatos, de modo que vuelvo al principio y solo puede ser un perro.

Cuando conocí el caniche de Teresita me decidí: “este es el tipo que quiero”. El detalle es que tengo que renunciar a uno de mis trabajos para atenderlo. El animal no puede estar solo de 7 a 20. Eso sí... si renuncio a un trabajo, no sé si podré pagar su alimento, veterinario y esas cosas.

Una de las metas 2009 es tener un caniche. Tengo claro que supone muchas renuncias, que habrá menos libertad, que tendré que cocinarle, acompañarlo cuando se enferme, que no podré decir “me voy de viaje” sin más y que todos los días cargaré con la certeza de que debo volver a casa, aunque me tienten otros destinos.

Mientras llega el día, pienso en cómo manejar el gran miedo. Ese de renunciar a cosas por él, quererlo mucho, abrazarlo mucho, dejar de hacer cosas para estar a su lado y que un día me mire tiernecito y me diga (en lenguaje perruno) que soy buenísima, que me agradece todo, pero que quiere otra cosa. Y guau.
Y no ser capaz de cortarle las alas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

ellos son los que nunca traicionan y siempre están dispuestos a brindar, por eso los prefiero

Anónimo dijo...

En vez de preocuparte por mascotas, parejas, apariencias, gimnasios y solterías... ¿no sería mejor que intentaras tener menos miedo a vivir? Es que se te está yendo la vida en temblores.

Unknown dijo...

Querido Anónimo: He pensado varias respuestas para tu mensaje, pero no te las pude escribir. Es que me dio miedo ;)

Unknown dijo...

Anónimo es realmente "anónimo"?, si así fuera, no estaría bueno...que dejara de serlo? podría llegar a ser "interesante". Bs