jueves, 2 de abril de 2009

Cría cuervos...

Avanzaba plácidamente por la plaza, en ese estado Zen que mantengo las semanas posteriores a los cursos existenciales… Sintiéndome una con el Universo, caminaba despacio, disfrutando de la brisa y atendiendo a la respiración. Tan despacio iba, que dos ancianas caminaban del brazo delante de mí.

Supuse que eran madre e hija. Y que la hija había sacado a pasear a su madre, que ya camina con dificultad y es haragana para salir. Me acordé de mi madre, que siempre me pregunta: “¿Quién te va a cuidar cuando seas vieja si no vas a tener hijos?”… Una pregunta que siempre tiene la misma respuesta: “Secom”, mami. Tener un hijo para ahorrarse el enfermero no es negocio.

La que sí se ahorró el enfermero es la anciana que camina en la plaza, sostenida por su hija. La hija la apuntala, le acaricia el brazo, le habla bajito. La madre debe de tener 80 y la hija 60…

La escena empezaba a conmoverme y la idea de mi madre parecía cobrar sentido cuando, de repente, la hija leyó un cartel en un árbol. Se soltó el brazo y salió disparada rumbo al árbol, hecha una fiera.

La anciana quedó desconcertada, sola, tambaleante. Yo pensé en tomarle el brazo pero preferí apurarme a leer el cartel; lo que hice justo antes de que la airada mujer lo arrancara de un manotazo. La leyenda decía “Magia Negra” y tenía un celular.

Mientras esperábamos inmóviles el regreso de la hija, que venía cartel en mano, estuve a punto de hablarle a la doña para entretenerla: “¿Vio? Eso es para los que aseguran que el “bien común” va siempre de la mano del individual”. Pero no le dije nada porque venía en Zen. Sólo recordé a Secom y volví a elegir el cuidado de “tu mejor compañía”.

1 comentario:

elgurú dijo...

me encantó la historia y la balanza del ZEN