martes, 18 de agosto de 2009

La herencia bendita

El proceso parece que sería así: antes de los 25 todo es posible. Después de los 25, uno advierte que las cosas malas se repiten y le echa la culpa, con toda razón, a los padres. Ahí se empieza terapia y a eso de los 30 ya logramos perdonar a los que nos dieron la vida.

Después de perdonarlos, yo enfoqué la terapia hacia mi dificultad para tener pareja y traté de hacerme responsable del asunto. Pero hay días en que hablo con mamá y me dice que viviría como una cárcel el tener novio de nuevo. O que papá me dice: “para mí estar solo no tiene precio, no se paga con nada”… Y entonces pienso que no va a ser tan fácil revertir la herencia.

Esta semana tuve un ejemplo más alentador: papá me llamó para contarme que tiene novia. Y ahora me volvió a llamar para contarme que se casa mañana, en un pueblo donde no hacen falta las publicaciones oficiales. Eso para que no sea habladora… Que el gusto por la soledad lo habré heredado de él, pero el miedo al compromiso parece que no es suyo.