Las actividades en las que otra persona actúa sobre mi cuerpo a cambio de dinero, en general, me hacen sentir una maldita burguesa. Siento culpa cuando me hacen masajes, me lavan el pelo o me peinan.
Ayer fui a hacerme los pies. Como todo acto fundacional, llevó su tiempo, pero estuvo muy bien.
- ¿Cada cuánto te hacés los pies?- pregunta la chica cuando mira mi planta encallada.
- Ehhh… Sólo una vez me los hicieron- respondo y pienso: “mi madre, cuando yo estaba en la panza”.
Primero me lavó. Después limó, cortó, pulió… Yo patas arriba y la mina ahí, a mis pies… “Soy el símbolo del sometimiento del hombre por el hombre. Soy asqueante”, pensaba, pero luego venía el alivio y el masaje taaan placentero y …
Quise lavar mis culpas y le pregunté:
- ¿Vos cada cuánto te los hacés?
- Yo cada un mes, más o menos.
- Ah, qué bien. Hay que hacérselos...
En el final, sus dedos tocaron puntos que me hicieron unas cosquillas raras. Quiero creer que eran puntos secretos y por eso me causaron tanto placer… Me niego a pensar que me excita ser burguesa.
1 comentario:
ja ja ja ja es alucinante el relato lo digo yo que nunca me hice los pies por profesionales por temor justamente a esa pregunta ¿cada cuánto te los hacés? mientras piensa que mis pies son horrendos, que no tienen arreglo y que el zapato cerrado es la mejor opción para todo el año y en caso de estar en la playa hundirlos en la arena hasta el tobillo Uy! me vinieron muuchas ganas!!
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