jueves, 11 de septiembre de 2008

Shiatzu Zen

La técnica del masaje se llama Shiatzu Zen. La masajista, Silvia.

Me la recomendó mi amiga Karina . Yo la llamé, agendé y (como casi siempre) cancelé el día antes.

Ella le dijo a Karina que mi actitud era muy típica de las personas evasivas.

Karina me lo contó.

Al otro día la llamé de nuevo y fui. (No sé si será una estrategia de marketing pero conmigo funcionó, evasiva será tu madrina).

Empezamos la sesión y me preguntó mi signo en el horóscopo occidental y en el chino.

-Esta es tu última reencarnación- sentenció.

- ¿Por qué decís eso?

- Para los chinos, esta es tu última vida antes de la Iluminación. Si te portaste bien, claro. Si te portaste mal, empiezas de nuevo a reencarnarte pero en el escalafón más bajo. Puede ser una cucaracha o un pez.

Menuda encrucijada. Porque ya había hecho pedidos para mis próximas diez reencarnaciones, por lo menos. Ser hombre, bailarina, millonaria, mochilera, africana, bibliotecaria…

- Vas necesitando cada vez menos de la materia, del cuerpo- me explicó.

"Ese debe de ser el motivo de una vida tan asexuada", especulé en silencio, mientras me acomodaba en la colchoneta.

Me frotó con las manos y con los pies, me contorsionó, me movió, me hizo girar la cabeza, me masajeó los dedos, me acarició el pelo y al final me dijo "gracias".

Me enderecé mucho más cerca de la Iluminación que de la cucaracha. Fue el efecto del masaje y también de la certeza de que, por más evasivo que sea uno, acá y en la China, no hay mejor cura que la mano del otro. Aunque haya que pagar por ella.

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