domingo, 12 de mayo de 2013

Aplausos para Jane




Cuando vinimos a vivir a Montevideo me anoté en un gimnasio. Mi hermana, más ahorrativa y con más voluntad, hacía ejercicios en el apartamento.

Había conseguido un libro viejo de Jane Fonda y, como lo tenía que devolver, se le ocurrió grabar un casete. Así, todas las tardes se escuchaba dándose a sí misma unas indicaciones muy detalladas, en un acto que era —para mí— muy gracioso.

La propia Jane Fonda con sus calentadores del libro me daba risa. Yo estaba en esa etapa de soberbia infundada que le viene a uno  solo porque es joven. Y ta: me reía de Jane Fonda. Me parecía tan vieja, sus ejercicios me parecían tan pasados de moda, el libro era en blanco y negro, todo era tan que no daba…

En un momento el casete decía: «Abrimos las piernas, baja la espalda y caen los brazos al medio, caen, caen… Y ahora subimos los brazos y los bajamos, los subimos y los bajamos, como si recogiéramos hierba». Esa era mi parte favorita, en la que me reía más, la de «recoger hierba».

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Hoy en el cine dieron una con Jane Fonda, que no sé cuántos años tiene pero son muchos, cerca de 80. Y qué te cuento que la señora tiene un cuerpazo que te querés matar de la envidia.

Si no fuera tan tarde tendría que llamar a mi hermana y preguntarle dónde quedó el casete, quién tiene ese libro. Y después hacer esa gimnasia hasta el fin de mis días. Porque, o los ejercicios son los mejores posta, o la hierba le pega demasiado bien a Jane.

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