domingo, 11 de agosto de 2013

Hipersensibilidad a las frases

Me pasa que leo frase tipo célebres en Facebook y por unos días no me las puedo olvidar y empiezo a actuar distinto.

Por ejemplo: yo cuelgo la ropa así nomás. Medio que la tiro en la cuerda así como viene; a veces una media adentro de otra, o una remera adentro de un buzo.

Lo hago porque sé que el sol puede más que mi desprolijidad y que no vale la pena gastar tiempo en eso.

Es verdad que a veces gasto dinero, porque la ropa vuela, vuela lejos y desaparece. Por suerte solo me doy cuenta cuando veo fotos mías en Facebook y digo: “¿Ah, pero y este buzo que tengo acá? Nunca más lo vi”.

La cosa es que tender mal la ropa ha sido siempre una decisión de vida y he sabido pagar los precios de esa decisión. Pero viene Carla a postear la frase “Todo lo que merece la pena hacerse, merece la pena hacerse bien”, y las palabras se me quedan como un eco en la mente.

Entonces salgo en medio de la noche fría a colgar la ropa y trato de hacerlo bien. Insulto en silencio a Carla mientras se me quedan los dedos duros y presiento una pulmonía. Y me insulto a mí por ser tan débil, por pretender, a estas alturas de la vida, empezar a ser distinta.

Por suerte el efecto de las frases me dura unos días; después se me olvidará. Pero entonces leeré otra, tipo “Si puedes soñarlo, puedes hacerlo”, y capaz me vendrán ganas de aprender a volar, como le pasó a mi ropa.

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