domingo, 27 de julio de 2008

Carencias

Era el tercer paraguas de este año (con cuadritos y made in China, o sea, con garantía de que se iba a romper pronto). Admito que soy muy tacaña para comprarlos. Porque los olvido y porque los días de lluvia no pueden ser felices. Entonces el paraguas es como el símbolo de la infelicidad. Este era la infelicidad hecha en China. Y a cuadritos.

Mi hermana, por el contrario, se compra paraguas lindos…Con mangos de madera, amplios, de marcas conocidas… Los paraguas de mi hermana se distinguen fácil. Tanto que un día llevaba uno al trabajo por las dudas y se sorprendió mucho al reconocer un mellizo del suyo. Lo vio cuando un hombre la adelantó en una moto y ella pensó “Es idéntico a mi paraguas”. Pero no se trataba de un motoquero coqueto y precavido, sino de un oportunista que supo levantarlo cuando ella lo dejó caer.

Mi hermano es el peor. Sencillamente no compra ninguno e impunemente se lleva los míos. Como se levanta antes, se va con el primero que ve. Yo, en general, tengo que arreglármelas con el más viejo.

El otro día me tocó uno de esos destruidos… El de cuadritos. Es de los que te hacen evaluar: ¿Qué será más peligroso? ¿Mojarme y agarrarme una gripe o clavarme uno de estos fierros y quedar perforada?

Estaba demasiado roto y decidí ayudarlo en su misión. Le hice un orificio a una bolsa de residuos grande y me la puse cual poncho. El pobre estaba tan deformado que quedaba casi cerrado sobre mi cabeza y no me dejaba ver. Era como un cono vietnamita enorme. Pero chino y a cuadros.

El temporal era durísimo. Agua fuerte, volaba todo y el cono se me pegaba a la cara. Venía haciendo malabarismos inútiles cuando me sentí una roñosa. Pensé: “a ver cuándo aprendo de mi hermana y me compro un paraguas como la gente”… Juro que ya venía evaluándolo, que ya me había decidido a hacer la inversión. Por eso fue totalmente innecesario que el indigente que duerme frente a la radio me dijera con sorna “Si quiere, le presto el mío”. Pude contestarle “Y yo le presto a mi hermano”, pero me callé. Carencias tenemos todos. Hermanos, no.

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