sábado, 19 de julio de 2008

El Rito

Lo escuché con mucha atención, porque llevo años queriendo incorporar la meditación a mi vida. Como no lo logro, mantengo la esperanza de que un convencido como él me contagie el entusiasmo.

El ritual de meditar todos los días fue tema en más de una conversación. Cada vez que hablaba de sus ventajas, yo me proponía hacer un intento... Porque realmente “se logran maravillas”, me persuadía.

Por eso me sorprendió que me dijera que en determinado momento había dejado de viajar a causa de la meditación. “En esa época, el rito gobernaba mi vida… Yo estaba muy condicionado por el rito”, me explicaba.

Supuse que hablaba de un involucramiento creciente con la escuela donde meditaba y pensé: “Yo igual no voy a llegar a tanto… Con aflojar la espalda me conformo”.

Me contó que, de a poco, cada vez estaba más “atado” por el rito y yo empecé a intuir: “Pobre, lo deben de haber agarrado para una secta”.

— Bueno, hasta que un día, el rito murió — me dijo. Y se calló.
— ¿Qué querés decir con que murió?
— Eso. Que se murió.

No llegué a preguntarle si le habían pedido dinero cuando decidió explayarse.

— Ya estaba muy viejo… Un día vino el veterinario, se lo llevó y ya no volvió.

Silencio.

— Y si estaba tan viejo… capaz que fue mejor— me animé a decir bajito, mientras me reprochaba haber olvidado las decenas de veces que nombró a su perro Rito.

1 comentario:

Anónimo dijo...

una ínfima parte de mi realidad individual...