sábado, 28 de septiembre de 2013

Divina poco adivina

La película es con Richard Gere y se llama Hachi. Es una historia de fidelidad perro-amo, y después de verla me decidí a traer a la divina de Mengana.

Pero Mengana no es mimosa como ese perro. Ella medio que hace la suya, medio que anda a su aire. Duerme un rato conmigo y después se pasa de cuarto, tiene cosas así.

Hay una parte de la peli en la que el perro, Hachi, presiente que a Richard Gere le va a dar un infarto y trata de impedir que vaya a trabajar. (No me preguntes cómo hicieron para que el perro actuara un presentimiento, pero lo hicieron. El perro finge que sabe que al tipo le va a dar algo).

También he visto videos y he leído historias sobre la intuición del perro, sobre cómo tienen unos poderes que detectan la enfermedad o la presienten.

Entonces, cuando Mengana me aparece como de la nada y se me acuesta en los pies o me lame sin motivo aparente, mi cabeza dice: “Atenti: infarto, infarto”. Y me pongo a toser (porque leí en Internet que si tosés muy fuerte, atravesando un infarto, te podés salvar).

Toso, toso y ella me mira. Cuando me agoto y me doy cuenta de que la desgracia no sucede, me viene como rabia y la echo:

- ¡Andate de acá! –le grito con tono de “Ni para adivinarme nada servís”.

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