jueves, 20 de marzo de 2008

diecinueve

Entro al kiosco y elijo un refresco. Además del chico que espera para cobrarme, hay dos señoras hablando muy fuerte.

El muchacho dice “Diecinueve” cuando apoyo la botella en el mostrador.
- ¿Algo más?, pregunta.
- No, le contesto.
- Diecinueve, repite.

Y me digo: “¿Cuántas veces me va a decir el precio este tonto?”, mientras saco un billete de veinte.

Para mi sorpresa, me devuelve cuatro pesos. "Definitivamente es tonto", pienso.

_ Me diste mal, le aviso. (No porque me disguste la idea de quedarme con un cambio de más, sino por aquello de que el mundo es redondo y de que todo lo que va, vuelve y esas cosas).
Pensé que el hombre se había confundido con el barullo de las señoras. Pero me respondió terminante:
_ Lo que compraste cuesta 16. Yo le estoy diciendo a mi madre que hoy es diecinueve. Y señala a una de las señoras.
_ Ah… Perdoná, me retracto. Agarro las monedas y salgo. Me siento una tonta... Acaso por aquello del mundo redondo.

No hay comentarios: