miércoles, 19 de marzo de 2008

rebeldía

Supongo que el origen está en la primera vez que fui al cumpleaños de un varón. Era el hijo de los dueños de la Librería Infantil, así que el cumpleaños era en la Librería Infantil. Mamá me llevó apurada, como siempre.

No recuerdo si me divertí el primer rato de la fiesta, pero puedo evocar el momento preciso en que fui al baño. Me subí el vestido y cuando fui a bajar la bombacha… No había bombacha.

En algún momento, la madre del varón habrá decidido entrar al baño a sacarme. Por mi llanto desconsolado y seguramente por la fila de niños con pis inminente que se habría formado.

Mamá me vio llegar con la cara hinchada de llorar, me abrazó, me bañó otra vez y me puso bombacha. Empezaba a recuperarme un poco cuando escuché que se lo estaba contando a mi tía y entonces me di cuenta: a ella le causó gracia. A mi tía también. Y se rieron.

Capaz que en el fondo nunca se lo perdoné y decidí vengarme negándome a usar soutien. Y ella tuvo que soportar las discusiones con mi padre porque él no entendía (ni ella) el motivo de mi rebeldía con la ropa interior. Y también tuvo que avergonzarse cuando se me translucían los pezones en situaciones formales...

Yo sé que usted no tiene nada que ver, doctor. Se lo cuento porque estoy cansada de que los médicos pongan esa cara después de que obedezco el “Sáquese el buzo”.

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